Desde que pisamos los umbrales de la segunda juventud, el resto, o sea la otra mitad de nuestra vida, nos alimentamos casi solo de recuerdos; máxime si por temperamento nos sentimos atraídos por un amor profundo a todo lo pasado. Al influjo de estos cálidos recuerdos a mi memoria acuden como algo indeleble, estas evocadoras noches de San Juan.