En un foro local que visito de modo recurrente, me encontré hace unos días con un torrente crítico de alto voltaje a Fernando Pérez Núñez, “Caldín”. Leí una y otra vez las soflamas condenatorias y se me pusieron los pelos como escarpias. Como por naturaleza soy refractario a los linchamientos, desde el respeto absoluto a la libertad de expresión, decidí dedicar esta crónica a Fernando.